Cooperación y Solidaridad entre organizaciones, mirada desde el Bien Común

¿Las organizaciones se ven como competencia o como complementarias entre ellas? Y ¿qué preguntas se hace una organización EBC para velar por la cooperación y solidaridad?

El actual escenario de pandemia, la inestabilidad social, política y económica en buena parte del mundo, la crisis climática, el aumento de la desigualdad, entre otros factores, remecen los viejos cimientos en como se modelan estratégicamente las empresas y sus principales objetivos, expresados en la maximización de los beneficios para sus accionistas y su dimensión competitiva funcional a estos propósitos. En la agonía de dicho paradigma, la transformación de las organizaciones modernas es fundamental para revitalizar y cambiar el rumbo en sus definiciones estratégicas, prácticas y forma en como deben relacionarse con el territorio y sus habitantes, el desarrollo productivo en armonía y respeto con el medio ambiente, la igualdad de género, el cabal cumplimiento de la legislación vigente, es decir, un tránsito necesario para romper la vieja dicotomía entre escoger comunidad o mercado.

Evidentemente, lo anterior supone, un cambio sistémico en como la mayoría de las organizaciones enfrentan la forma de gestionar sus vínculos con su entorno inmediato y como miden internamente su beneficio financiero, desde la Economía del Bien Común (EBC) planteamos que es posible redefinir el éxito económico de las empresas y su enfoque hacia una integridad de carácter social que profundice sobre la coexistencia plena del bienestar de sus trabajadores, rédito económico y el impacto o utilidad social de su entorno. De nada sirve un alto éxito económico para sí mismo, si la empresa destruye la naturaleza, evade impuestos, paga injustamente a sus colaboradores, tiene prácticas discriminatorias, produce elementos que dañen la naturaleza o financian a partidos políticos para favorecer sus intereses.

Es importante preguntarse entonces ¿cómo las organizaciones actuales se relacionan con sus comunidades? ¿las empresas colaboran permanentemente con su territorio? ¿lo hacen por convicción o por interés? ¿son solidarios con sus trabajadores y con su comunidad? ¿sus ejecutivos realizan trabajo social o aportan a sus comunidades? ¿existe cultura organizacional que genere apoyo permanente a sus comunidades a través de actividades de compromiso social? ¿las empresas colaboran con sus proveedores en especial con las pequeñas y medianas empresas? ¿las grandes empresas comparten tecnología y colaboran en la investigación y desarrollo para el crecimiento de las pequeñas empresas que les proveen servicio o productos?

Sin duda, las interrogantes pueden ser muchas, desde mi experiencia y la constatación general que se expresa con regularidad en los informes de sostenibilidad de las compañías más grandes de nuestro país, demuestran que más allá de una política de colaboración permanente y de acciones solidarias particulares o generadas en situaciones de contexto complejo y de presión social o mediática, estas se traducen en apoyo esporádico y no obedecen a una gestión de política corporativa que manifieste el firme propósito de contribución a sus comunidades en correlación a su misión y su contenido ético sobre el cuál debe sustentarse el compromiso existencial de una organización.

Igualmente es posible observar como las pequeñas y medianas empresas utilizan la colaboración en diversas materias como un instrumento permanente más bien en una lógica de generación de redes para atraer nuevos clientes y de sobrevivencia en tiempos de pandemia, situación que muchas Pymes entienden como una oportunidad y nueva forma de gestionar sus emprendimientos, moviendo la lógica de la competencia a la colaboración como un principio elemental para la sostenibilidad de sus negocios.

Por otra parte, y desde una evidencia negativa pero importante de mencionar dado que dichas experiencias no aportan al desarrollo del Bien Común y son un ejemplo de lo que no debe ocurrir en las organizaciones de nuestro país, son los ya conocidos casos de colusión empresarial, comportamientos inadecuados, faltos de ética, con objetivos precisos de beneficio de mercado, exclusión de la competencia y perjuicio a todos los consumidores.

¿Está presente la Cooperación y Solidaridad en mi organización?

La Economía del Bien Común por medio de su Balance invita a las organizaciones a mirarse a sí mismas a través de la evaluación de sus procesos en pos de una mejora continua. El balance relaciona valores con grupos de interés.

Una organización EBC:

  • Considera otras organizaciones del mismo sector como complementarias en el mercado
  • Trabaja, junto con otras organizaciones, en soluciones y ofertas que identifican y satisfacen las necesidades de los clientes.
  • Ofrece a otras organizaciones apoyo desinteresado en situaciones de necesidad

Una organización EBC se pregunta:

  • ¿Con qué organizaciones se colabora actualmente y qué objetivos persigue la cooperación?
  • ¿Con que organizaciones se prevé una colaboración futura? ¿en qué áreas?
  • ¿En qué áreas se comparte conocimiento e información con otras organizaciones?
  • ¿Qué medidas se han tomado o planificado para mejorar las prácticas habituales del sector y/o la normativa vigente que le afecta?
  • ¿En qué áreas actúa la organización de manera solidaria frente a otras organizaciones y ayuda desinteresadamente?

Resulta importante entonces, que la transparencia, la acción empresarial ética interna y externa, el compromiso comunitario, con la sociedad toda y con el planeta, sean parte de la reconfiguración de los compromisos sociales o las políticas de Responsabilidad Social Empresarial que deben ser asumidos con una nueva mirada desde la colaboración permanente que permiten potenciar todas las capacidades desde lo colectivo atendiendo siempre a la interdependencia eco-sistémica.

LUIS CARDENAS

Luis Cardenas

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